sábado, 25 de abril de 2015

Mi corazón palpitante

   Estaba contemplando por la ventana de mi habitación, como tantas veces antes, y me he dado cuenta de que, ya no me pertenece en absoluto, la satisfacción y la simple felicidad que siento cada vez que veo el piso que tengo en frente de mi casa, unos metros más bajo, que algunas veces me ofrece visión completa de lo que ocurre en la otra ventana, en la casa de esa otra persona, de la vida de esa persona, y me hace preguntarme qué es lo que estará pensando mi vecino de ventana cada vez que mira el piso que tiene en frente de su casa, unos metros más alto, y que raras veces ofrece espectáculo, ya que solo muestran visión completa de sus coloridas cortinas, de su ventana, de su casa, de sus vidas. El colegio que esta abajo, que cada fines de semana transportan sonidos de niños jugando al balón y de vítores de los padres de dichos niños asta mi ventana. El parque que tengo a la vista, en la que muchas veces me he quedo contemplando, recordando a mi misma en ese mismo parque jugando con amistades ya olvidadas tiempo atrás. El cambiante cielo que tengo al alcance de mi ventana, que me muestra cada mañana los primeros hálitos de luz,  que infinitas veces me ha salvado de ir corriendo tras el autobús, que me enseña las primeras gotas que salpican en los días lluviosos, que llenan de alegría mi celoso corazón por no poder salir en tantas tardes perdidas, que me indica el buen tiempo cuando los primeras señales de verano asoman, avisando me que ya es hora de presumir de mis cortitas piernas, que me dice que ha llegado la noche, mi hora indicada para mirar por la ventana, y ver las estrellas y todo el paisaje, e inundar me de una tristeza que a sustituído la alegría pasada,  porque ya no me pertenece, porque ya no pertenezco a este paisaje. 

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